Según cifras del Minsal, el 31,2% de la población chilena presenta algún grado de obesidad. Se trata de una condición física que puede deteriorar la salud, generando problemas en las articulaciones, columna y complicaciones metabólicas que derivan en enfermedades cardiovasculares.
Bien lo sabe la Dra. Rocío Zamorano, que en sus 15 años de carrera ha trabajado con pacientes que presentan sobrepeso. Desde que se tituló cómo médico en la Universidad de Chile ha enfocado su quehacer en la nutrición, ayudando a diferentes personas a superar este problema.
Una de estas es Marcela Salazar, que a sus 46 años nos cuenta cómo pasó de pesar de 105 a 74 kilos, con un tratamiento de seis meses.
“Estaba incómoda con mi peso. Por 10 años viví en Tierra del Fuego, en ese lugar se comía mucho, lo hacía regularmente. Cordero, papas, muchas bebidas con azúcar, almuerzos contundentes, once y luego cena, si no tomaba estas bebidas con azúcar me faltaba el aire. Comencé a crecer y tuve que cambiar toda mi ropa, no encontraba qué comprarme, no había tallas para mí”, cuenta.
Agrega que su marido y dos hijas están en su peso normal y que el problema la afectó solo a ella. Tomó la decisión de hacerse cargo luego sentirse discriminada en el colegio de sus pequeñas, producto de un comentario que recibió: “estás gorda”.
“Cuando llegamos a la casa mi hija lloraba. Me dijo no podía ser que me trataran de gorda, porque yo era una persona bonita, amorosa y buena. En ese minuto me dije a mi misma que debía cambiar”, recuerda con emoción.
El problema afectó su psicología al punto de desvestirse con la luz apagada. Probó distintas dietas sin buenos resultados, hasta que conoció a la Dra. Zamorano, que le aseguró: “Vamos a salir adelante”.
“Antes de iniciar el tratamiento se hace una evaluación de peso, talla y se calcula el IMC. Dependiendo de cuántos kilos tenga el paciente, se fijan objetivos que son distintos para cada persona. Si se está en una obesidad grado 3, el primer objetivo va a ser pasar obesidad grado 2. Las metas deben ser realizables y los tiempos dependen del paciente. Una etapa a la vez, sin objetivos lejanos”, puntualiza la líder del Centro Médico Nueva Salud Providencia.
El tratamiento dura entre tres y seis meses. Primero se hace una dieta antiiflamatoria o alcalina para evitar comer aquellas cosas que el organismo no digiere en un 100%. Esto, porque dejan toxina que inflaman a largo plazo, impidiendo la baja de peso y enfermando a las personas.
Luego, se pasa a una etapa de drenaje y detoxificación, a través de la medicina biológica. En términos simples, sirve para “limpiar las cañerías” y consta de tres frascos cuyo contenido actúa como drenador digestivo hepático, urinario y linfático.
Su ingesta es en gotas que se consumen con agua, permitiendo la limpieza del organismo. Este proceso ayuda a neutralizar y eliminar las sustancias nocivas que se encuentran y acumulan en el cuerpo, causando cansancio y falta de energía.
“El primer mes los pacientes comienzan con la dieta, les hago el drenaje y les solicito exámenes para saber cómo está funcionando el metabolismo de azúcar y colesterol. Después de un mes los cito nuevamente y se hace la receta magistral que no tiene psicotrópicos (no tiene estrella verde). Ahí veo si la persona necesita laxante, diurético o estimulante metabólico. También si tienen resistencia a la insulina y si requieren ejercicio o no. Según los exámenes vamos haciendo la receta”, explica la doctora.
El 40% de los pacientes que consultan a la Dra. Zamorano están preocupados por el peso, y un 80% tiene problemas de sobrepeso. Dependiendo de la situación del consultante, se puede derivar a un tratamiento paralelo con psicólogo.
No hay horarios ni porciones, sólo se debe eliminar ciertos productos de la alimentación, haciendo que los pacientes se sienten bien. Los controles se agendan una vez al mes, para evaluar la evolución.
“Somos lo que comemos, podemos utilizar la alimentación como un tratamiento para ayudarnos en la salud y por añadidura vamos a bajar de peso”, asegura la profesional.
En cuanto a la historia de Marcela, todos en su familia la llaman por cariño “Gorda” o “Gordita”, algo que se toma con humor, con la tranquilidad de haber bajado de talla 50 a 46 en sólo seis meses.
“A una mujer con sobrepeso le diría que vaya donde la Dra. Zamorano y su equipo, que busque a alguien para que la ayude a bajar esos kilos de más, porque uno sola no puede. A mí me ayudó con la autoestima, me subió el ánimo y me dio la fuerza para seguir adelante. Sola no lo podría haber hecho”, aclara.